6/19/2007

de a dos

Las Hormigas
[Eduardo Galeano]

Tracey era niña en un pueblo de Connecticut y practicaba entretenimientos propios de su edad, como cualquier otro tierno angelito de Dios en el estado de Connecticut o en cualquier otro lugar de este planeta. Un día, junto a sus compañeritos de la escuela, Tracey se puso a echar fósforos encendidos en un hormiguero. Todos disfrutaron mucho de este sano esparcimiento infantil; pero a Tracey la impresionó algo que los demás no vieron, o hicieron como que no veían, pero que a ella la paralizó y le dejó, para siempre una señal en la memoria: ante el fuego, ante el peligro, las hormigas se separaban en parejas y de a dos, bien juntas, bien pegaditas, esperaban la muerte.

[El libro de los abrazos]

1 comentario:

k@iros..Prendre partie des mots dijo...

Si esto es uno
¿qué será dos?
No es tan sólo uno más uno.
A veces es dos
y no deja de ser uno.
Como a veces uno
no deja tampoco de ser dos.
Las cuentas de la realidad no son claras
o por lo menos no lo es
nuestra lectura de sus resultados.
Se nos escapa así
lo que hay entre uno y uno,
se nos escapa lo que hay
simplemente adentro de uno,
se nos escapa
lo que hay en menos uno,
se nos escapa el cero
que circunvala o acompaña siempre
a uno y a dos.
La rosa, ¿es una?
El amor, ¿es dos?
El poema, ¿es ninguno?