Caminaba con seguridad, sin saber que más adelante la tierra se pondría más irregular y se llenaría de grietas y hoyos...
De distintos tamaños, lentamente los hoyos lo irían llenando todo y los pasos se tendrían que convertir en angustiados saltos. Entonces dudaría... dudaría de los certeros pasos que dio en un comienzo. Dudaría del sol y las flores que le prometieron para el fin de ese camino. ¿Habrán sido los pasos correctos? Y después de algunos saltos y algunas lágrimas, recobró la fuerza. No sabe si éste era el camino, pero ya había decidido comenzarlo y ahora no lo iba a dejar sólo por miedo. Y lo decidió. Siguió saltando con la esperanza de que unos metros más allá, o quizás unos kilómetros, podría caminar tranquilamente de nuevo.
Empezó la primavera, me devolvieron Rayuela y lo leí en la micro. Es inevitable. Una sonrisa volvió a iluminar mi cara.
